¿Por
qué admiran tanto a los villanos?, es un fenómeno psicológico y a su vez
cultural que implica a mujeres y hombres por igual, ya que gustan de estar con
los “malos o las bandidas”, porque les resultan personas que en su indiferencia
y desparpajo, presentan seguridad y atrevimiento, un factor en principio
atrayente, hasta que se revierte en base a la costumbre y la beligerancia que
se les demuestra.
Esto
se ha llevado al cine y la televisión, así como a comics, videojuegos e incluso
a la política, donde el más atrevido y desvergonzado, asume un puesto de elección
popular o es nombrado por n superior y muchos lo celebran porque se
identifican…hasta que les afecta, lo reconozcan o no.
¿Por qué admiran tanto a los villanos?
La
fascinación de las personas por los villanos tiene una explicación psicológica,
relacionada principalmente a la manera de ser del espectador y de cómo concibe
su realidad.
Carl
Jung señaló una vez que lo que encontramos irritante en los demás dice mucho de
nosotros mismos. A menudo nos atraen las personas que comparten nuestros rasgos
positivos y nos sentimos rechazados por aquellos que comparten nuestros rasgos
negativos.
Jung
creía que teníamos que confrontar nuestra naturaleza oculta y los héroes cuando
la enfrentan suelen crecer como seres humanos, mientras que los villanos
liberan toda su oscuridad al mundo, sin importarles el crecimiento, sino
hacerse sentir aunque la sociedad no quiera.
Un
estudio de Rebecca J.Krause y Derek D. Rucker, de la Universidad de
Northwestern, muestra que los villanos en realidad nos recuerdan a nosotros mismos,
aunque no hagamos el mal, pero tampoco seamos defensores a ultranza del mismo
como en principio, debería de ser.
Los
experimentos del estudio se centraron en el elemento de la narración de las
historias, como nos sentimos amenazados por quienes son similares a nosotros y
a su vez como nos gustan los villanos con características similares a las
nuestras.
De
acuerdo al estudio, el por qué admiran tanto a los villanos ficticios, es que
nos permiten disfrutar de nuestros rasgos negativos, lo que sería muy
complicado con personajes reales. Nos consuela saber que no son de verdad y que
todo eso se puede liberar. De allí el disfrute y el nacimiento de una cultura
de gozo por la villanía (claro está, la de ficción, porque hay quienes la
aparan por falsas creencias religiosas o por ser perros de la guerra o
complejos de superioridad).
Lo seductor de los villanos ficticios
Quien suscribe, reconoce que su villano
favorito es “The Joker” (El Guasón),
porque representa ese sarcasmo, morbo y planificación concreta en lo que
supuestamente es una mente totalmente perturbada, un ser que se conoce y se
desconoce a su vez, que sólo quiere ver al mundo arder en anarquía mientras
baila y demuestra que todos aquellos que se dicen buenos, fingen en gran parte
o completamente.
Mientras
la gente se da un atracón viendo programas de televisión y películas en
streaming o en TikTok o YouTube, pueden encontrarse extrañamente atraídos por
villanos ficticios, desde Voldemort y Darth Vader hasta Maléfica y Moriarty.
Pero eso no significa que están seducidos por el 'lado oscuro', sino que el
atractivo de los personajes malvados tiene una explicación científica en cierto
modo tranquilizadora.
Según
investigación publicada en la revista “Psychological
Science”, la gente puede encontrar villanos ficticios sorprendentemente
agradables cuando comparten similitudes. Esta atracción hacia versiones
potencialmente más oscuras de nosotros mismos ocurre aunque nos repugnen los
individuos del mundo real que tienen comportamientos igualmente inmorales o
inestables.
Una
razón es que la ficción actúa como una red de seguridad cognitiva,
permitiéndonos identificarnos con personajes villanos sin contaminar nuestra
imagen.
La
investigación sugiere que las historias y los mundos ficticios pueden ofrecer
un “refugio seguro” para la comparación con un personaje villano que nos
recuerde a nosotros mismos. Cuando la gente se siente protegida por el velo de
la ficción, puede mostrar mayor interés en aprender sobre los oscuros y
siniestros personajes que se parecen a ellos.
De
allí que muchos quieran ser como Lex Luthor en su inteligencia y dinero, pero
no en su villanía. Pero la admiren, porque es su forma de drenar obstáculos,
algo que aunque quisiéramos, nuestra moral, educación y corazón jamás nos lo
permitiría. He allí lo que nos diferencia, salva y mantiene éticamente
estables.
Los
científicos vienen apuntando durante mucho tiempo que la gente se aleja de
otros que son en muchos aspectos similares a ellos mismos, pero que poseen
rasgos negativos como la inestabilidad y la traición. Cualquier rasgo
antisocial en alguien con cualidades similares, según se especula en el mundo
científico, puede ser una amenaza para la imagen que una persona tiene de sí
misma.
Tramposos como el Joker o ambiciosos como Voldemort
La
gente quiere verse a sí misma de forma positiva. Encontrar similitudes entre
uno mismo y una mala persona puede ser incómodo.
Poner
a la mala persona en un contexto ficticio puede eliminar esa incomodidad e
incluso invertir esta preferencia. En esencia, esta separación de la realidad
atenúa los sentimientos indeseables e incómodos.
Cuando
ya no te sientes incómodo con la comparación, parece que hay algo atractivo y
seductor en tener similitudes con un villano. Por ejemplo, la gente que se ve a
sí misma como tramposa y caótica puede sentirse especialmente atraída por el
personaje del Joker en las películas de
Batman, mientras que una persona que comparte el intelecto y la ambición de
Lord Voldemort puede sentirse más atraída por ese personaje de la serie de
Harry Potter.
El cine y la televisión lo saben
Hace
poco salió un videojuego, quizás estructuralmente deficiente, sobre Suicide Squad, eliminen a la Liga de la
Justicia. Incluso SS tiene 2 películas con 1 premio Oscar.
La
adaptación del Joker tiene 2 premios Oscar en su haber, tanto por las
interpretaciones como por la visión que se le dio al personaje en su
perturbación.
Darth
Vader es considerado el villano número 1 del mundo de la ficción y se puede ver
a millares de fans siempre disfrazados de él, por encima de los héroes de la
saga de Star Wars.
Los
bravucones de las películas, por ser
deportistas o no, causaban la seducción de las chicas. Las mujeres malas en
cualquier film, seducían sin temor a los hombres y son mejor recordadas y endiosadas
por los cinemanos, que las heroínas.
Cruela,
Maléfica, Catwoman, villanas que seducen incluso a las niñas y son la mejor
forma de drenar sus tremenduras o picardías, ya que ven a las chicas buenas
como demasiado simples, salvo aquellas personajes que sí toman riesgo, como
Frozen o Miranda (Valiente).
Interpretar
a Lex Luthor, Magneto, Doctor Zivana, Duende Verde, es una batalla que los
actores libran, porque saben que sus personajes son ese lado bravo y arriesgado
que los amantes del cine buscan. Miren a Deadpool, que sí bien no es un villano
sino un antihéroe, su desparpajo y métodos radicales contra los enemigos,
resultan el delirio de millones de fanáticos.
Por qué admiran tanto a los villanos que se adentran a la política
El
que es más altanero y soliviantador, incluso sin tener una formación académica
y actitudinal suficiente para mantener la dignidad de un cargo, es amado pro
radical y su desparpajo, que ayuda a sus seguidores a mantener su nivel
cultural bajo y poder liberarse de cualquier presión que insta al crecimiento
ético e intelectual, mucho menos espiritual y afín con el resto de los
ciudadanos.
Esos
villanos soterrados ganan cargos y dinero en base a aquellos que les idolatran
o se resignan a que estén, por temor a represalias. Es un síndrome de Estocolmo
bastante vergonzoso y que se va retroalimentando en desmedro de los valores
fundamentales de cualquier sociedad.
Pero,
no culpemos al cine, televisión, comics, libros o videojuegos de ese amor por
la villanía. Ya eso es parte de la propia naturaleza humana, en el que la ley
del más fuerte es preponderante, y el más fuerte es el que no teme arrasar con
los demás para alcanzar sus objetivos.
Un
amor que no termina, mientras nos extermina de adentro hacia afuera.
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