Hoy, cuando escuchamos la
frase “ese es un viejo verde”, enseguida pensamos en un hombre maduro o anciano
que, lejos de envejecer con recato, se entrega a piropos incómodos, miradas
insinuantes y conductas lujuriosas hacia personas más jóvenes o gusta de
contratar jovencitas.
La expresión viejo verde
en la actualidad tiene pues una gran carga negativa, casi de burla y de
identificación (alertando un peligro).
Pero no siempre fue así, lean el origen de la expresión “viejo verde”
Hace siglos, en los
tiempos del Imperio Romano, el color verde tenía un significado muy
diferente. No representaba inmadurez, como quieren actualmente asociarlo, sino significaba
todo lo contrario: vitalidad, fuerza y lozanía.
El adjetivo latino viridis
describía aquello que rebosaba savia y vida: las plantas, los árboles… y
también las personas.
Un ejemplo lo encontramos
en la Eneida de Virgilio. Allí, el poeta retrata al barquero Caronte,
viejo y canoso, pero con una vejez "briosa y verde".
En ese tiempo, un “viejo
verde” era alguien que, pese a su edad avanzada, conservaba su vigor físico y
su energía interior. Ser un viejo verde era, en esencia, un elogio.
Fue mucho después, hacia
el siglo XVIII, que el sentido de la expresión empezó a torcerse. En un mundo
que se volvía más moralista y rígido, esa vitalidad desbordante en la vejez
comenzó a ser vista con desconfianza.
Los hombres mayores que
insistían en coquetear y/o cortejar a jóvenes o en mantenerse en ambientes
juveniles, desplazando de manera indirecta o directa a los jóvenes varones ya
no eran admirados, sino criticados.
La “lozanía” derivada del
verde, se convirtió en sinónimo de "inmadurez" y
"desatino".
Así nació el significado
peyorativo que conocemos hoy: el de un hombre que, pese a la edad, se comporta
con un deseo ahora tildado como fuera de lugar, ridiculizado por su incapacidad
de aceptar el paso del tiempo.
Y así, de la vitalidad
celebrada a la burla popular, "ser un viejo verde" pasó de ser un
halago… a convertirse en una advertencia que le resta derecho y autoestima a
muchos que merecen otra oportunidad (aunque identifique a algunos que
culturalmente son unos parias o vividores).
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