Estar a la Defensiva

Los malos entendidos y la tendencia a estar siempre a la defensiva pueden –y lo logran- tener un impacto significativo en la sociedad actual en varios niveles, transformándose en fenómenos que van rápidamente afectando nuestras interacciones y la cohesión social.

En el mayor número de casos surge porque las personas quieren verlo todo por el lado más amargo o “se lo toman a pecho”, una manera de aculturación quizás enseñada en su entorno inmediato donde ellos no pueden ser cuestionados en sus errores, detenidos en los mismos –como hacen las amistades verdaderas- o ser parte de un chiste sin malas intenciones.

De allí que el norte de las personas sea dudar de todo el mundo, incluso de quienes evidentemente le están procurando su bien, o sea, que para nada le están atacando, lo que termina alejando a la contraparte y que al sacar cuentas, esa persona que malinterpretó todo nota que se dejó llevar y no supo subsanar ese fallo por no dar su brazo a torcer.

Las separaciones entre amigos y familiares surgen de tomarse todo a pecho y de “ver sombras donde ni siquiera hay bultos”.

Para graficarlo mejor: Son personas que están como en el período de alucinaciones de Don Quijote de La Mancha, peleando contra molinos de viento a los que creía enemigos.

la defensiva
 

Lo que causa los malos entendidos y el estar a la defensiva

Comunicación deficiente: Los malos entendidos suelen surgir de la falta de claridad en la comunicación y ahora que estamos en el predio de la historia donde la información se transmite rápidamente, la falta de contexto o la interpretación errónea de las palabras es la que lleva a conflictos innecesarios.

Esto termina generando un ambiente de desconfianza y frustración tanto en relaciones personales como profesionales. Por ende, investiga antes de actuar, hablar, refutar, porque todo tiene dos caras.

 

Crisis de confianza: Cuando las personas están constantemente a la defensiva se crea un ambiente de desconfianza y alejamiento, especialmente porque sus buenos deseos, proyectos, consejos y hasta la defensa de los intereses del otro son echados por tierra y eso desanima una enormidad.

Las personas pueden interpretar las acciones o palabras de los demás como ataques personales lo que dificulta el establecimiento de relaciones saludables y colaborativas. Esta desconfianza puede extenderse a nivel social, afectando la cohesión comunitaria y fomentando la polarización.

Es típico de los huraños que todo cuestionan y parece que nada les embona o de quienes por haber pasado una mala racha, creen que los demás están hablando a sus espaldas y retroalimentándola.

Podemos agregar que cuando eluden un problema o actitud, se ponen más a la defensiva y eso se une a otras circunstancias y luego es difícil ayudarles a salir de ese atolladero.

 

Conflictos incrementados: Estar siempre a la defensiva (lo que confunden con la previsión o mesura) puede llevar a reacciones emocionales intensas y a la escalada de conflictos porque en lugar de fomentar el diálogo y la resolución pacífica de diferencias, las personas pueden caer en patrones de confrontación lo que agrava las tensiones sociales y dificulta el progreso.

 

Efectos en la salud mental: Estar constantemente a la defensiva y lidiar con malentendidos puede contribuir al estrés, la ansiedad y otros problemas de salud mental que repercutirán en el cuerpo y el entorno, algo que pudo ser evitado aprendiendo el valor de la equidad y el pensamiento crítico y analítico.

Esto afecta a los individuos y puede repercutir en la dinámica familiar y social, creando un ciclo negativo que perpetúa el malestar.

 

Reducción de la empatía: Estar a la defensiva puede obstaculizar la capacidad de las personas para empatizar con los demás y conseguir el amor, un mejor cargo, cohesionar con el entorno y sobre todo, liderar.

Cuando alguien se siente atacado o malinterpretado, puede volverse menos receptivo a las perspectivas ajenas lo que limita el entendimiento mutuo y la conexión emocional.

 

Impacto en el trabajo en equipo: Como dijimos, en entornos laborales los malos entendidos y el estar a la defensiva por confundirlo con un límite jerárquico pueden afectar la colaboración y la productividad.

Equipos que no se comunican efectivamente pueden experimentar una disminución en la creatividad y la innovación ya que los miembros se sienten inseguros para compartir ideas o dar retroalimentación.

 

Polarización social: En un contexto más amplio, la autodefensa de quienes no te están atacando (incluso, ni te determinan, sólo eres una persona más y ya, tratándote con la educación y términos debidos) y los malentendidos por una mirada, el lenguaje o la sincronización de hechos absurdos que se deben explicar y desglosar, además de estar dudando de la gente siempre por aquello de que muchos mienten, pueden contribuir a la polarización política y social.

Las personas tienden a agruparse en "burbujas" donde se refuerzan sus propias creencias, lo que dificulta el diálogo entre diferentes grupos y alimenta la división. 

Para contrarrestar estos efectos, es fundamental fomentar una comunicación abierta y clara, practicar la empatía y crear espacios donde se valore la escucha activa y la comprensión mutua, además de estar creyéndose el ombligo del mundo o que todos quieren lo peor para ti, porque si bien hay seres así, los buenos siempre son más.

La educación en habilidades de comunicación y resolución de conflictos, además de una mente noble, abierta, analítica y que sabe comprobar sin estar poniéndole pruebas vergonzosas a los demás para comprobar su fidelidad, pueden ser herramientas poderosas para construir una sociedad más cohesionada y comprensiva.

Lcdo. Argenis Serrano - Culturistech 

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