Hablar sobre La Biblia con Cordialidad

Siempre se ha dicho que hay tres temas que se deben, o tocar con mucha discreción o simplemente no tocarlos: hablar sobre la Biblia (o religión), política y deportes. Los tres porque atraen pasiones desenfrenadas que, de no saberse controlar, terminan en disyuntivas que escalan a momentos inimaginables.

Pero eso es también basado en querer imponer nuestras ideas a los demás y viceversa y competir en quién tiene la razón, una competencia de la que nadie sale bien librado.

Por ello, conversamos con los responsables de versiculos.top el más prestigioso portal web latinoamericano enfocado en buscar la equidad de la religión y brindar elementos cívicos y sociales que puedan hacer del amor a Dios, una manera de sociabilidad (la cual, culturalmente, lo es, porque todo lo que deriva de Dios y se manifiesta al leer o hablar sobre La Biblia, coincide en el amor, respeto y apoyo al prójimo).

De dicha conversación, pudimos construir una guía para poder hablar sobre la Biblia de manera ética y poder hacer que de la discusión (sin apasionamiento ni imposiciones hostiles), pueda provenir la luz y darse cuenta que hay más maneras de estar en paz, que en guerra.

 

Hablar sobra la Biblia con cordialidad

Hablar sobre la Biblia y sus versículos con personas de diversas tendencias religiosas -e incluso con los agnósticos, iconoclastas y/o ateos- puede ser una experiencia enriquecedora y de aprendizaje cultural, diferente a esas batallas de imposición y búsqueda de hace sentir mal a los demás y de esa manera crear más divisiones entre las personas de las ya existentes.

Nuestro aporte para que esas conversaciones e incluso las que tratan sobre política y/o deportes) vayan con buen pie, las condensamos en estas recomendaciones estructuradas para hacerlo de manera ética y cordial.

hablar sobre la biblia
 

Cuando converses, busca nivelar así…

Presta atención a lo que la otra persona tiene que decir, escuchando con empatía y creando un ambiente de respeto, fundamentado en las normas del buen hablante y el buen oyente.

 

Reconoce que cada persona tiene sus propias creencias y experiencias que le forjan una visión. Evita hacer juicios y mantén una actitud abierta, sin temor a consultar aquello que haga ruido sea por falta de contexto o por lo impactante y develador que puede ser. Eso es más ecuánime.

 

Emplea un lenguaje que sea accesible, respetuoso y comprensible para todos, evitando términos muy técnicos o especializados que puedan resultar excluyentes o petulantes. El que sepas lo que significa, no implica que debas enseñarlo en este contexto; evita que se tome como razón para fricciones.

 

Mantén el enfoque en el intercambio de ideas y no en ganar un debate o que la idea -propia o de tu culto-, se imponga. Las discusiones no siempre tienen que ser sobre quién tiene razón, sino en los puntos de encuentro y resultados positivos para las mayorías. Es una buena variante de “el fin justifica los medios”.

 

Relata cómo los versículos bíblicos y las experiencias religiosas han impactado tu propia vida en lo educativo, social, cultural, laboral y sentimental en lugar de imponer tu interpretación a los demás. Todo dicho con mesura y con un tono benevolente.

 

Resalta los valores universales que les unen, como el amor, la compasión y la justicia, que pueden encontrarse en muchas tradiciones religiosas. Culturalmente el “amaos los unos a los otros”, es una forma metafórica o literalmente de una convivencia sana entre las personas y/o naciones.

 

No tengas miedo de compartir tus propias creencias, siempre que lo hagas de manera respetuosa y sin esperar que otros las adopten. O realices tablas comparativas, sólo muestra los parabienes y que los demás decidan.

 

Usa un lenguaje optimista y constructivo que invite al diálogo y a la reflexión, en lugar de generar discordia. El uso indiscriminado del “no” en cualquier variante, es algo que se debe evitar como primera respuesta.

 

Si no estás seguro de lo que la otra persona cree, haz preguntas abiertas para entender su perspectiva antes de hacer comentarios. Y sí es tan distinto en forma o fondo, pues cambia el tema.

 

Ten en cuenta la ocasión y el entorno en el que se lleva a cabo la conversación. Algunos lugares o momentos pueden no ser apropiados para abordar temas religiosos. Tampoco andes diciendo que todo es pecado, la convivencia sin dañar y entendiendo que hasta del tabú hay conocimiento socio-científico, puede ayudarte a mejorar en tus valores y principios.

 

Al hablar sobre La Biblia y mencionar versículos específicos o lecturas, asegúrate de ofrecer un contexto claro para evitar malentendidos o interpretaciones erróneas – sesgadas o a conveniencia. Las personas que escuchan o leen los versículos son felices al haber puntos de encuentro, no de discordia o manipulación.

 

Invita a otros a compartir sus enseñanzas y experiencias, creando un ambiente de aprendizaje en conjunto. De dichas discusiones, salen más y mejores convicciones

 

Reconoce que las diferencias en creencias son parte de la diversidad humana y que el libre albedrío es una forma directa de defender la libertad. Mantén una actitud abierta y dispuesta a aprender de otros. Sólo cuida de que la contraparte no haga daño ni se haga daño con la manera como aprende, entiende o le enseñan al hablar sobre La Biblia con sus grupos dedicados.

Lcdo. Argenis Serrano 

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