Es imparable la influencia del anime en Latinoamérica y ello, se agradece, porque sus diversas obras no sólo presentan la idiosincrasia de la
cultura nipona, tan rica en
tradiciones, valores y fortalezas.
Se agradece porque abre expectativas filosóficas,
socioculturales y creativas que han incentivado la mente de muchos escritores,
dibujantes, cineastas, animadores, urbanistas, paisajistas e incluso,
políticos, para entender al conglomerado y hallar puntos de conexión plagados
de libertad.
A diferencia del cómic estadounidense, que estimula más
el patriotismo y a la estrategia, el anime
muestra el respeto a las convicciones y el poder de la voluntad. Incluso en las
situaciones más inverosímiles o imposibles, cada personaje sale adelante
convencido de que está haciendo un bien no por sí, sino por la humanidad.
Influencia del anime en Latinoamérica
Desde los años sesenta, cuando salieron de Japón las
animaciones proveniente de los mangas (revistas / publicaciones), en los que
los trazos, el respeto a la vida, la
adecuada demostración de lo inverosímil como verosímil y el trasfondo
tan humano y bien estructurado que había en cada personaje (protagonista –
antagonista), cautivó a toda la audiencia latinoamericana.
Un claro ejemplo es Mazinger
Z, que muestra el carácter tosco y explosivo de su piloto Koji Kabuto que se encontraba en
extraño paralelismo y similitud con su enemigo el Dr. Hell, quien en su furia, era extremadamente metódico y
calculador.
Esto se vio en machismos adolescentes de las décadas de
los 70, 80 y 90, que eran admiradores de este anime. En la actualidad, parte de
su propia personalidad –a conciencia o no- se ajustan a lo que ellos pudieron
asimilar o aceptar de ambos personajes.
Por ende, vemos que la influencia del anime en
Latinoamérica es un hecho que trasciende a la misma persona. Una mutación de la
transculturación hasta poder volverla parte de su idiosincrasia y cotidianidad.
Muestras de su impacto cultural
Ya se nos hace común ver como la influencia del anime en
Latinoamérica se acopla a cada forma de arte conocida y siempre, de manera
positiva. Algunos ejemplos son:
Música: Hemos observado una enorme cantidad de cover –vocales
e/o instrumentales- de los opening de los anime. Jóvenes que van a concursos e
interpretan por ejemplo el tema de Saint
Seiya o de Dragon Ball Z por los
altos registros y contenido de la letra. Varios han ganado gracias a ello.
Dibujo:
El estilo del manga y el anime
ya predomina en muchos murales urbanos; además de logotipos, impresiones y caricaturas
o viñetas, creando un estilo más universal y práctico para aprender y demostrar
las destrezas manuales.
Bricolaje: El anime es un arte predominante y muy comercial en todo
tipo de arte manual para el hogar, oficina, empresa e incluso para la decoración
de plazas, avenidas y comercios. Sean personajes conocidos o la
reestructuración de otros (ejemplo, personajes históricos) o la creación de
nuevos, siempre tienen una gran aceptación debido a la simpleza en formación de
rostros, pero la profundidad del color e intencionalidad que se expresa en el dibujo y arte japonés, llevado a este
continente.
Teatro
y danza: No sólo los bailes
tradicionales japoneses o el famoso estilo de Teatro Kabuki han echado raíces en este lado del mundo. La influencia del anime en
Latinoamérica ha permitido que mayores obras de teatro con la temática de tal o
cual personaje, se exponga para niños, adolescentes y adultos, siempre con la
intencionalidad de mostrar un mensaje constructivista, filosófico y de empatía
al final de la misma.
Tal cual sucede en la gran mayoría de los mangas y anime, se va más allá del
triunfo del bien contra el mal, sino de lograr que se abran puentes para que
las rencillas se acaben y que todos crezcan en paralelo.
Pero, quien abraza a la oscuridad, encuentra su claro
final. Sólo aquellos que creen en la redención y la decencia, son rescatados.
Estos último está comenzando a suceder en la sociología
de nuestros países. Dicho despertar, aunque sea por el aprendizaje e identidad
de cada quien, seguramente tiene un tanto de influencia del anime en
Latinoamérica, porque son valores que Japón aprendió de manera muy dura y que
no quiere volver a ver en ningún otro país.
Ese aporte, aunque indirecto y que requiere de mentes
prolijas que lo interpreten, está incidiendo socioculturalmente en toda la
región; y lo mejor, es que es de manera positiva. Tanto así, que hay quienes lo
critican y censuran, porque saben que sí los valores éticos y humanísticos
prevalecen, las manipulaciones, se terminan.
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