Nada hay tan valioso como punto de encuentra que la casa
de la cultura de la ciudad o del pueblo.
Y a su vez, es altamente infravalorado y desde dentro,
desde quienes les manejan, en ocasiones limitado, en especial por el tema del
dinero y los cumplimientos a la ideología política municipal, estatal o
nacional del turno.
¡Ya más de uno quisiera reunir el dinero y aprovechar
aunque sea en los remates bancarios
el poder adquirir una propiedad en la cual colocar un centro de cultura popular
para el ciudadano de a pie que le dé verdadera cabida a toda expresión cultural!
Pero no es posible, al menos no del todo. Poco a poco se
iría convirtiendo en un club de bohemías o un bar de lo más sencillito, para
así poder mantenerse.
Y no regentado por varios, para así garantizar su
permanencia, sino por una o dos personas que, llegada su hora de partir de este
valle de lágrimas, deje a su proyecto personal de la casa de la cultura
probablemente acéfalo, con algún tiempo de rescate, unos homenajes y luego, las
telarañas del olvido harán presencia en el recuerdo de quienes en ese lugar
estuvimos, además de aquellas que poblarán las paredes hasta que el lugar sea
transformado en otra vivienda, una comisaría, un negocio de comidas o
simplemente, demolido.
La Casa de la Cultura que todos querríamos…
…sería esa donde siempre haya cultura, a lo largo y ancho de esta palabra infinita que sólo se detiene ante la ilegalidad que jamás toca y que no permite censura porque alguien se siente perturbado que alguna manifestación del conocimiento y el sentir, levanta su voz, crea sus gestos o coloca los bailes y las máscaras a favor de llevar un mensaje que deplore al mal y llame a lo correcto.
La casa de la cultura que todos querríamos, sería esa que
no cree grupúsculos que van poco a poco discriminando y siendo gregarios,
evitando que quienes tengan un proyecto tangible y un hacer, se manifiesten, también
por verse amenazados o por temor a tener que hacer un esfuerzo mayor ante gente
que crea y muestra nuevas cosas.
En la casa de la cultura, se tendría cerca a los que se
ven o no se ven en televisión. Esos seres humanos que tienen mucho que mostrar
y contar, en ocasiones sin desparpajos y en otras de maneras sorprendentes de
performance para dejar su legado del saber
y el hacer aunque sea entre unos pocos en el público, siempre confiados que
la cultura de una u otra forma, siempre se irá diseminando y mucho mejor cuando
el mensaje es bueno (tan o más necesarios en estos tiempos que rozan más con el
libertinaje y la carencia de estímulos para hacer las cosas mejor).
Para quienes hemos pisado la casa de la cultura de
variedad de pueblos y ciudades venezolanos y hemos visto públicos esperanzados
de seguir recibiendo más y más dosis de eventos culturales, sería un gusto,
además de tener la propia para que una o varias fundaciones libres la regenten,
crear también un modelo que sea replicable y amentada por los demás.
Así serían más los cultores encontrando dónde mostrar sus
dotes para la danza, música, humor, pintura, disertación, poesía, magia, electrónica,
títeres, teatro, malabarismo e incluso en exhibiciones y exposiciones de
deportes y en fin, todo aquello que maraville, atraiga, consuele, entretenga y
renueve a la ciudadanía.
De esta forma, todos tendrían su espacio, su momento, sus
nuevas ganas de seguir ensayando, improvisando, conociendo, inventando para
llevar su arte y parte a chicos y grandes.
Seríamos unas personas con más alicientes para dejar
legado cultural y también, retroalimentadas por las manifestaciones culturales
de los demás.
Todo ello, si la casa de la cultura de cada pueblo y ciudad, estuviese más asequible a todos aquellos que conformamos a la sociedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario