Desde
la infancia probamos varios estilos en pro de conseguir no sólo fortalecer
nuestra personalidad sino aclarar nuestra identidad y sentir. La música es
parte de ella. La música coral es esa para mí y hoy, le agradezco como siempre
o más.
A
los 16 años la música coral me ayudó a encarrilar un talento natural, no como
yo quise, sino como ella, siendo instrumento de Dios, me llevó a ser.
Ahorrándome
decepciones y haciendo de mis ilusiones proyectos paso a paso para que nada
fuera regalado, la música coral me hizo compañía siempre y más al llegar mi
adultez.
La
música coral me permitió conocer a personas que más que amigos son mis hermanos;
me permitió conocer lugares. Me dejó unos cuantos suspiros.
De
ella derivan mis estudios y hasta mi tesis de grado. Con ella conseguí empleo y
llevé a otro nivel mi formación en cursos y lo que la forma empírica + maña me
permitió lograr.
Siempre
los sonidos de la música coral están en mis playlist; porque ella es el
soundtrack de mi vida, la verdadera conversión de lo que parece fútil, en arte.
Conocí
lugares que ni en mi imaginación hubiese pensado que visitaría. Más allá de mis
miedo, aversión o ansiedad, el ir a interpretar música coral donde fuera, era
un motivo y fuerza más poderosos que mis cuitas.
Pisé
escenarios humildes. De tierra, barro, con techos de cartón, zinc o sin techo
alguno. Pero con miradas atentas y sonrisas sinceras que estaban pendientes de
la música coral que se iba a interpretar y de la cual yo soy parte.
También
estuve en escenarios grandiosos, rodeado de músicos excepcionales tanto en
formación como en amor por la música. Gente bohemia y dicharachera que
acompañaban mi canto o deleitaban a mis sentidos.
Horas
y horas de ensayo. Los nervios ante una presentación ante coros hermanos en pro
de hacerlo bien por ellos, por el público, por la música coral y por nuestro amor
al grupo. Para luego celebrar con vítores y sana parranda lo logrado, tanto en
la presentación como el constante aprendizaje.
Y
sí, la música coral es una familia y como en toda hay dolor. Gente que se me
fue al cielo; gente que se fue del país; gente que estando en el país se salió
del radar; gente que por cosas de la vida me dejó de tratar. Gente que por ser
egocéntricos y pedantes, no pude tratar porque la manera no pude hallar.
Sí,
de eso y más hay en este mundo y como en todo se ha de aprender y demostrar
quién es uno realmente; para que uno no sea el motivo de alejamiento y que el
dolor de las partidas no nos quiebren, sino que nos insten a seguir por y para
ellos, porque así lo querrían seguramente.
Es
mi música coral un mundo a rescatar. En el que vi que a veces somos siempre los
mismos y cuesta captar por estereotipos, dinero, vidas, qué se yo qué más pero
son cosas que se han de presentar.
Cuando
noté que a quienes invitaba a asistir no iban, dejé de hacerlo. Pero me enfoqué
en que quienes sí iban, volvieran. De seguro a alguien más traerían y de uno a
uno se forma una masa coral que hará u oirá esta divina música.
Gracias
a ti tengo 4 canciones en el predio coral, sólo una de ellas interpretada.
¡Pero qué gusto me da el haberlas compuesto en sus letras!; quizá por orgulloso
las quise legar al predio de la música coral, cosa por la cual me he de disculpar.
Pero ahí están.
Pasé
de coralista a subcoordinador y actualmente soy coordinador de mi coro. Es un
cargo ad honorem que se gana cuando a la música coral se le ama y algo se le
quiere dejar. Y ejemplos de coordinadores y amigos del canto coral he logrado
en éstos 30 años bien recabar para hacerlo.
Que
me queda mucho… es más un deseo que un saber. Pero lo que me quede lo quiero
seguir viviendo cantando y oyendo coros, motivándolos, sabiendo cuando están
animados o no; los que atraen y los que se quedan. Los que están en un mismo
tono y los que diversifican con tan sólo sentir mi alma.
No
soy músico, soy musical. No voy a criticar coros sino a disfrutar con ellos. No
canto en coros para ser los mejores, sino para hacerlo lo mejor posible y que
la gente cante, tararee, silbe, baile, ría, llore, aplauda pero de verdad,
verdad.
Tengo
demasiadas vivencias y la gran mayoría son buenas y sí hubo malas, pues de esas
aprendí y seguí. Y la muestra es que acá estoy, amando como nunca a la música
coral aún las vicisitudes e interrupciones por las que pasa actualmente el mundo.
Porque
como he dicho por muchísimos años a quienes dicen, “yo fui coralista, canté en un coro en el año tal por X causa…”,
sepan que por siempre serán coralistas, porque una vez dentro, de mente, alma y
corazón la música coral no sale.
Cada
31 de marzo celebraré el día que tomé la acertada decisión que condujo mi vida:
ser coralista. Y agradeceré a cada persona, escenario, momento, situación,
aprendizaje que tuve.
Y
también el que la música coral me permitiera sacar a mi verdadero yo a jugar a
este mundo. Además de rescatar a muchas canciones y enseñarme a valorar otras
vertientes que a ella misma la retroalimentan.
¡Gracias
música coral por ser el sonido de mi vida!
De mi parte,
1 comentario:
Excelente Argenis, muy lindo y cierto todo lo q has escrito lo comparto contigo. Mil felicidades y continuemos en este bello y hermoso mundo coral. Éxitos
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