Hemos sido testigos de
jornadas de atención médica promovidas por distintos laboratorios en merida
apoyando a cultores de diversas edades ya que, como es bien sabido, no todos
están en los grupos culturales por dinero, sino por vocación y amor al
arte, compartiendo con otras actividades que no precisamente dejan mucho
dividendo.
Más allá de lo incómodo
de atravesar una mala situación económica, nos debemos alegrar porque existan
alternativas motivadas por la empresa privada para la prevención y atención
médica integral, permitiéndoles así salvaguardar sus vidas entregadas a las
artes y expresiones tradicionales de sus pueblos y recordándoles que son seres valiosos
para la nación y la humanidad.
Los grupos
culturales —ya sean de danza folklórica, teatro comunitario, bandas
musicales o talleres de artesanía— son mucho más que espacios para la práctica
de una disciplina. Son personas realmente, que hilvanan verdaderas redes de
apoyo social, vehículos de identidad y motores de creatividad. Sin embargo, en
el entusiasmo por el arte y la tradición, a menudo se pasa por alto un
componente vital para la longevidad y la calidad de la experiencia: la salud
integral.
La salud integral es un
concepto que abarca el bienestar físico, mental, emocional y social. Parte
desde el sencillo acto de realizarse exámenes de laboratorio (heces, orina, pruebas de dengue, Perfil 20, etc.), hasta estudios más avanzados sí es que se
presenta patología alguna. Para los miembros de cualquier grupo cultural,
adoptar este enfoque mejora su rendimiento artístico, sino que también
enriquece su vida personal y fortalece los lazos dentro de la comunidad,
aumentando sus defensas físicas y que inciden en sus defensas emocionales y sus
labores culturales remuneradas o no.
El cuerpo en armonía: Cuidado físico y rendimiento de cada integrante de los grupos culturales
El compromiso con los
grupos culturales exige, en muchos casos, una significativa demanda física.
Los bailarines necesitan resistencia y flexibilidad, los músicos deben cuidar
su postura y audición, y los artesanos requieren precisión manual y una
ergonomía adecuada. Priorizar la salud física es fundamental para prevenir
lesiones que podrían truncar una carrera o una pasión.
Preparación física
específica: Han de incorporar rutinas de calentamiento
y enfriamiento adecuadas antes y después de cada ensayo o presentación. La
prevención de lesiones musculoesqueléticas es vital, especialmente para
actividades de alto impacto o movimientos repetitivos.
Nutrición como combustible:
Una dieta balanceada proporciona la energía necesaria para mantener el ritmo de
los ensayos, que a menudo se realizan fuera del horario laboral o académico. La
hidratación constante, especialmente durante las prácticas intensas o bajo el
calor de las luces del escenario, es imprescindible.
Descanso y recuperación:
El cuerpo necesita tiempo para repararse. Fomentar una cultura de sueño de
calidad y programar días de descanso activo puede marcar la diferencia
entre el agotamiento y el rendimiento sostenido.
La mente creativa: Bienestar emocional y cognitivo
La presión por la
perfección, los nervios del escenario y la gestión de la dinámica dentro de los
grupos culturales pueden generar estrés y ansiedad. Aquí es donde el bienestar
mental y emocional juega un papel estabilizador en varios aspectos.
Manejo del estrés:
Los grupos pueden promover técnicas de conciencia plena (mindfulness)
o respiración antes de las presentaciones para centrar a sus miembros.
Reconocer y hablar abiertamente sobre la ansiedad escénica normaliza
estas emociones y permite buscar apoyo.
Estimulación cognitiva:
Las actividades culturales, como el aprendizaje de nuevos pasos, la
memorización de guiones o la lectura de partituras, mantienen el cerebro
activo. La salud cognitiva se beneficia enormemente de la constante adquisición
de nuevas habilidades y la resolución de problemas creativos que son
inherentes a estos grupos.
Fomento de la autoexpresión:
El arte es una poderosa vía de desahogo emocional. Proporcionar un
espacio seguro para que los miembros se expresen a través de su disciplina
contribuye directamente a su resiliencia emocional y a la reducción de síntomas
depresivos.
El latido de la comunidad: Salud social y pertenencia
Quizás el beneficio más
profundo de los grupos culturales es su capacidad para fomentar la salud
social. Sentirse parte de algo más grande que uno mismo es un poderoso
antídoto contra el aislamiento.
Inclusión y diversidad:
Los líderes deben garantizar un ambiente de respeto e inclusión.
Celebrar la diversidad de orígenes, edades y habilidades dentro del grupo
cultural fortalece el sentido de pertenencia y cohesión social.
Redes de apoyo mutuo:
Los grupos culturales se convierten en familias elegidas.
Fomentar la comunicación abierta y la escucha activa permite a los
miembros compartir sus luchas y éxitos, creando una red de apoyo invaluable que
trasciende el ensayo o la actuación.
Conexión con la sociedad:
Al compartir su arte con la comunidad externa, los miembros experimentan un sentido
de propósito y utilidad social. Este impacto positivo refuerza su
autoestima y su percepción de valor, elementos clave para la salud integral.
Adoptar una visión de
salud integral en los grupos culturales es, en última instancia, una estrategia
de supervivencia y florecimiento. No sólo garantiza que la tradición y el arte
continúen, sino que también asegura que las personas que los mantienen vivos
estén sanas, felices y listas para inspirar a otros.

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