Según Dacre Stoker,
sobrino-bisnieto de Bram Stoker, y los manuscritos originales del escritor, la
historia de Drácula podría haber estado inspirada en eventos que vivió su
propia familia. En su libro Drácula (2018), coescrito con J.D. Barker, se
presenta la teoría de que Bram Stoker, siendo un niño enfermizo, fue cuidado
por una misteriosa mujer llamada Ellen Crone, quien le proporcionaba su sangre
de una manera extraña, mejorando su salud drásticamente.
Años después, Bram y su
familia descubrieron que esta mujer no envejecía y que estaba vinculada a un
ser siniestro, al que llamaban El No Muerto.
Dacre Stoker ha afirmado
que la novela Dracula se basa en notas inéditas de su antepasado y que Bram
Stoker no tenía originalmente pensado titular su obra como Drácula, sino El No
Muerto (The Un-Dead). También ha dicho que muchos de los elementos
sobrenaturales de la novela pudieron haber surgido de experiencias personales
de Stoker, no solo de las leyendas de Vlad el Empalador y del folclore de
Europa del Este.
Los secretos de Bram Stoker: La historia real detrás de Drácula
Bram Stoker nació en 1847
en Dublín, Irlanda, y desde su primer aliento, la muerte pareció acecharlo. Era
un niño débil, enfermizo, incapaz de caminar hasta los siete años. Su madre,
Charlotte Stoker, lo envolvía en mantas, desesperada por evitar que se desvaneciera
ante sus ojos.
Fue entonces cuando llegó
Ellen Crone, la niñera.
Era una mujer extraña, de
apariencia etérea, con una piel tan pálida que casi parecía translúcida. Su
cabello oscuro caía sobre sus hombros, y su mirada, profunda y enigmática,
inquietaba a quien la observaba demasiado tiempo. No hablaba mucho, pero en su
presencia, la casa adquiría un silencio casi sobrenatural.
El milagro
La familia Stoker nunca
entendió cómo sucedió, pero con Ellen en la casa, Bram comenzó a mejorar. De
ser un niño frágil y condenado, pasó a convertirse en un joven fuerte, con una
energía inusual. No solo recuperó su salud, sino que desarrolló una resistencia
fuera de lo común. De pronto, era el mejor atleta de su clase, un estudiante
brillante con una mente inquieta.
Pero algo no encajaba.
Matilda, la hermana de
Bram, fue la primera en notar los extraños hábitos de Ellen. No comía con
ellos. Se retiraba temprano por las noches y a veces, cuando creían que dormía,
la encontraban inmóvil, con los ojos abiertos en la penumbra.
Lo más perturbador era la
forma en que cuidaba a Bram. En las noches en que él tenía fiebre, Ellen se
sentaba a su lado, tomaba su mano y, con un alfiler, se pinchaba la palma.
Luego, presionaba la herida contra los labios del niño, dejando que la sangre
goteara en su boca.
Matilda lo vio una vez.
Nunca pudo olvidar la imagen.
Un día, sin previo aviso,
Ellen desapareció.
El rastro de la niñera
Los años pasaron y la
vida de los Stoker siguió su curso, pero Matilda nunca olvidó a Ellen. Cuando
era adulta, comenzó a investigar. Siguió rumores, revisó registros de
servidumbre, buscó en cementerios y, finalmente, encontró su rastro.
Ellen estaba en un pueblo
alejado, en una pequeña casa junto a un cementerio. Pero lo imposible era que
no había cambiado en absoluto. No había envejecido ni un solo día.
Matilda alertó a Bram, y
junto a su hermano George, fueron a buscarla. Lo que descubrieron superó sus
peores pesadillas.
El No Muerto
Ellen no estaba sola.
En las sombras de su
morada acechaba Él, un ser antiguo, un depredador de la noche al que llamaban
El No Muerto. No tenía un nombre humano, solo un título que evocaba su
maldición. Era alto, delgado, con una presencia que helaba la sangre. Sus ojos
rojos destellaban en la oscuridad y su boca ocultaba colmillos que habían
probado la sangre de muchos.
Los Stoker no estaban
preparados para enfrentarlo. El monstruo los atacó, y su cuñada, Florence, fue
su víctima. Ella cambió esa noche. Se convirtió en algo más, en una criatura
como él.
El pánico se apoderó de
los hermanos, pero en el último momento, Ellen intercedió. Se arrodilló ante el
monstruo y, con la voz temblorosa, le hizo una oferta:
—Déjalos vivir... Yo
siempre seré tuya.
El ser sonrió.
Y aceptó.
Bram, George y Matilda
huyeron, dejando atrás a Ellen y a Florence, marcados para siempre por la
verdad que el mundo desconocía.
La advertencia al mundo
A partir de esa noche,
Bram Stoker supo que tenía una misión. El horror que había presenciado debía
ser contado, pero no como una historia real… nadie lo creería. Lo disfrazó de
ficción, tomó detalles de los relatos históricos sobre Vlad el Empalador y el
folclore rumano, y escribió Drácula.
El libro fue su
advertencia al mundo.
Pero, ¿y si no era solo
ficción?
¿Qué pasó realmente con
Ellen?
¿Y con Florence?
Tal vez, en algún rincón
de la noche, el No Muerto sigue acechando… esperando que alguien más descubra
su secreto.
Es una narración basada
en la investigación de Dacre Stoker sobre los orígenes de Drácula.