La cultura se aplica por igual donde sea. Pero, por una
extraña razón, las vestimentas, el ambiente y la adrenalina, en vez de crear
relax, pudieran estar creando caos, como vemos de común en las playas.
Sí, el hecho de usar un traje de baño, tener música en un
ambiente paradisiaco y las actividades playeras como lanzamiento de freesbie,
volleyball playero, carreras o trote y por supuesto, la natación, despiertan en
algunos un ánimo por liberarse que pasa la frontera el libertinaje.
Y ese individualismo se va transformando en mezquindad e
incluso, irrespeto a la autoridad, ya que no temen las represalias pertinentes
por cometer infracciones en dichos sitios de recreación y esparcimiento.
El buen ejemplo: Lo que debe imperar como eje cultural en las playas
Claro está que lo anterior no es en todas las playas ni lo
hace la mayoría de sus visitantes. Pero los pocos que lo hacen, son incidentes.
Para eso, los habitantes y demás guardianes (gubernamentales,
privados y sociedad civil), se encargan de instar al buen cuidado de las playas,
fomentando una cultura de convivencia similar (o mejor) a la que se ven en las
ciudades.
Ejemplo es el de Playa Delfines, un espacio paradisiaco que es prístino por su bendecido mar y
arena, acompañadas dichas bondades por el meticuloso cuidado de sus usuarios
regulares y ocasionales.
Este es un ejemplo de cultura
cívica que muchos detestan tan sólo porque creen que al poseer grandes
camionetas con altoparlantes poderosos, capacidad adquisitiva para comprar
mucha comida y prepararla en sendos asadores parrilleros en las playas y llevar
todas las bebidas que quieren, sienten que pueden saltarse y hasta burlarse.
Pero no, la población de bien en general, aplica su cultura
en las playas con concientización, acción directa e indirecta, pudiendo
apaciguar esos focos dañinos que atentan no sólo contra la moral y buenas
costumbres, sino contra el valioso y no del todo renovable ecosistema.
Sí, esa gente piensa que un papelito lanzado al suelo no
incide o los sobrantes de cerveza e inclusos, sus necesidades fisiológicas y
las de sus animales domésticos. Están muy equivocados.
Y los ciudadanos enfrascados en ser protectores de las playas
se los hacen notar. Playa Delfines es un ejemplo internacional, como muchas
otras.
Pero es triste estar cuidando de que el hombre no afecte a
las playas, cuando todos sin distingo e incluso de manera remota, deberían
estar siempre atento de la conservación de cada playa que baña a esta tierra
bendita.
¿Qué por qué no agregamos a los entes gubernamentales en
esto?, porque ellos saben cuál es su deber y lo cumplen. Quien no ha aprendido
es el ciudadano común, que insiste en acabar con la verdadera cultura de los
pueblos, sólo porque algo le divierte y le relaja.
Y ni siquiera son capaces de detenerse en pensar que lo que
le divierte hoy, le podrá por igual divertir después a ellos, los suyos a
quienes no conocen. Y que por cada cuidado, una alegría interna y externa se ha
de acometer.
¿Cómo serán en sus casas esos que van a las playas a
demostrar lo peor de sí?; y lo peor es que si los denuncian, dicen que son los
demás los que quieren perjudicarles sin razón.
Más, su aculturación es ya motivo para ser castigados. Y para
que más les duela, su servicio
comunitario debería ser el asistir constantemente a limpiar playas. Aunque
sea a la fuerza, debe beneficiar al medio ambiente contra el cual, atentó.
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