De todas las teorías
desarrolladas por Sigmund Freud, la del Ello, el Yo y
el Superyó es una de las más famosas. Según su enfoque psicodinámico,
cada una de estas estructuras representa una instancia psíquica que, desde
nuestro sistema nervioso, nos llevan a perseguir unos intereses que chocan
entre sí.
Así pues, el Ello,
el Yo y el Superyó son los conceptos que Freud utilizó para
referirse al conflicto y la lucha de fuerzas antagónicas que, según él, rigen
nuestra forma de pensar y de actuar. El objetivo del psicoanálisis era, por lo
tanto, hacer aflorar la verdadera naturaleza de los conflictos y los bloqueos
que según Freud estaban en la base de la psicopatología. Veamos con algo
más de detalle qué ideas estaban detrás de esta teoría.
Las
tres instancias psíquicas de la teoría de Freud
El enfoque psicodinámico,
que nació con el psicoanálisis de Freud, se fundamenta en la idea de que
los procesos psíquicos que se producen en cada persona están definidos por la
existencia de un conflicto. De ahí viene el término "dinámica", que
expresa esa constante sucesión de acontecimientos por las que una parte intenta
imponerse a la otra. Los conceptos del Ello, el Yo y el Superyó forman el apartado
de la teorías de Freud en el que esta idea de choque entre diferentes
estructuras psíquicas queda más patente.
Pero alejémonos de
términos tan abstractos. ¿En qué se basa esa lucha que según Freud se libra en
nuestra cabeza de manera fundamentalmente inconsciente? ¿Qué intereses y
objetivos hay en juego según el padre del psicoanálisis? Para responder estas
preguntas primero es necesario definir qué son el Ello, el Yo y el Superyó, las
tres entidades que para Freud explican la personalidad de los seres humanos a
través del modo en el que luchan entre sí.
1.
El Ello
Freud proponía que el Ello
o Id es la estructura de la psique humana que aparece en primer lugar. A
diferencia de lo que ocurre con el Yo y el Superyó, está presente desde que
nacemos, y por lo tanto durante los primeros dos años de nuestras vidas es la
que manda a lo largo de ese periodo de tiempo.
El Ello se mueve a
partir del principio del placer inmediato, y por eso lucha por hacer que las
pulsiones primarias rijan la conducta de la persona, independientemente de las
consecuencias a medio o largo plazo que eso pueda conllevar. Por ello se suele
considerar que el Ello es "la parte animal" o "instintiva"
del ser humano.
2.
El Yo
Esta instancia psíquica
surgiría a partir de los dos años y, a diferencia del Ello, se regiría por el
principio de la realidad. Eso significa que el Yo está más enfocado hacia
el exterior, y nos lleva a pensar en las consecuencias prácticas de lo que
hacemos y los problemas que puede generar una conducta demasiado desinhibida.
Esto hace que se enfrente al Ello para aplacar las pulsiones que emanan de él,
para lo cual utiliza los mecanismos de defensa.
En definitiva, el Yo es,
según la teoría de Sigmund Freud, la instancia psíquica que se encarga de hacer
que la fuerza del Ello no tome el control del cuerpo llevándonos a situaciones
catastróficas a corto plazo, y que la del Superyó no llegue a asfixiarnos por
su carácter restrictivo. No es simplemente una entidad que limita la influencia
de las otras dos, sino que tiene su propia agenda e intereses y se rige por una
lógica distinta: la de lo pragmático y la supervivencia.
3.
El Superyó
El Superyó aparecería
según Freud a partir de los 3 años de vida, y es consecuencia de la
socialización (básicamente aprendida a través de los padres) y la
interiorización de normas consensuadas socialmente. Es la instancia psíquica
que vela por el cumplimiento de las reglas morales. Es por eso que el Superyó
presiona para realizar grandes sacrificios y esfuerzos con tal de hacer que la
personalidad de uno mismo se acerque lo máximo posible a la idea de la
perfección y del bien.
Como el Ello rechaza
totalmente la idea del sometimiento a la moral y el Yo, a pesar de tratar de
frenar las pulsiones, también se mueve por objetivos egoístas centrados en la
supervivencia y lo pragmático de adaptarse al entorno, El Superyó se enfrenta a
ambos. Para el padre del psicoanálisis, es Superyó tiene sentido en un contexto
en el que la influencia de la sociedad nos obliga a adoptar conductas de
vigilancia de uno mismo para evitar las confrontaciones con los demás, aunque a
la larga esta influencia vaya mucho más allá de esta lógica orientada a la
socialización y pase a constituir un elemento fundamental de la creación de la
identidad del individuo.
El
equilibrio entre las fuerzas
Freud creía que todas
estas partes de la psique existen en todas las personas y, a su modo, son parte
indispensable de los procesos mentales. Sin embargo, también creía que la lucha
entre el Ello, el Yo y el Superyó en ocasiones puede generar descompensaciones
que producen sufrimiento y la aparición de psicopatologías, por lo que se
debía tratar de re-equilibrar la correlación de fuerzas a través del
psicoanálisis. De hecho, una de las características de las teorías de Freud es
que crean un concepto de la salud mental en la que los trastornos no son la
excepción, sino la norma; lo más común son los desajustes entre estas
instancias psíquicas, debido a que los problemas mentales permanecen implícitos
y latentes en la lucha interna que mantienen entre ellas.
Por ejemplo, si el Superyó
llega a imponerse, la represión de pensamientos y emociones puede llegar a ser
tan excesiva que periódicamente se producen crisis nerviosas, algo que
atribuía por ejemplo a los casos de mujeres con histeria demasiado
adheridas a una moral rígida y profundamente restrictiva.
Por otro lado, si el Ello
predominaba, esto podía dar paso a la sociopatía, una impulsividad que
pone en peligro tanto a la persona que la experimenta como a los demás, ya que
la prioridad absoluta es satisfacer necesidades con urgencia.
Este concepto de
equilibrio entre fuerzas impregnó totalmente la obra de Sigmund Freud, ya que
no creía que existiese una solución definitiva al enfrentamiento entre las tres
instancias psíquicas: las personas más sanas no son aquellas en las que el
Ello, el Yo y el Superyó han dejado de luchar (cosa imposible, según él), sino
aquellas en la que esta lucha causa menos infortunios.
Hay que tener en cuenta,
sin embargo, que la imposibilidad de refutar las teorías de Freud convierte estos
tres conceptos en constructos teóricos poco útiles para la psicología
científica actual, en parte por el impacto que tuvo sobre la filosofía de la
ciencia la obra de Karl Popper y sus críticas al psicoanálisis.
Referencias
bibliográficas:
Carlson,
N. R. (2010). Psychology, the science of behaviour: The psychodynamic approach.
Toronto: Pearson Canada.
Freud,
S. (2016). El Yo y el Ello. Madrid: Amorrortu.
Rycroft,
C. (1968). A Critical Dictionary of Psychoanalysis. Nueva York: Basic Books.
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