Los dramas japoneses son
los más frecuentes en el teatro japonés;
éstos comprenden las representaciones Noh, las Bunraku y las Kabuki.
El teatro japonés Noh es
una combinación lenta de cantos, danzas y música que relatan una historia
sencilla. Procede de las representaciones que se solían dar a las fiestas en
los templos y en las ferias, algo así como los misterios medievales del occidente.
Un pino y músicos con vestiduras
de ceremonia forman el marco de todos los dramas de Noh.
El Bunraku es un teatro de
títeres.
El Kabuki combina el Noh,
el Bunraku y la danza. Se desarrolló en Japón cuando Shakespeare escribía sus
damas en Inglaterra.
En ambos países los papeles femeninos los representaban actores varones.
El Kabuki es de elevado
dramatismo. Se trata de guerreros que mueren por sus señores o que habiendo
faltado a la tradición se hacían el Hara
– Kiri (suicidio japonés con su katana o una daga ceremonial).
Una verdadera representación
kabuki dura días. Los actores suelen llevar máscaras para el Noh y el Kabuki,
obras de arre muy elaboradas, hechas por ellos mismos (actores varones) por
semanas, medidas centímetro a centímetro y coloreadas sin tecnología avanzada y
sin la intervención de una mujer en su elaboración, ya que se teme que eso dé
malas vibras o suavice la enorme fuerza de este tipo de expresión propia del
teatro japonés.
Actores artesanos
Los misterios medievales de occidente eran dramas religioso
representados por artesanos en la Edad Media, cuando los oficios se llamaban “misterios”.
Los artesanos pertenecían
a asociaciones llamadas gremios (guilds)
y cada gremio mantenía la tradición de montar un drama para esparcimiento del
público.
Era frecuente que un
gremio representase un drama apropiado a su oficio: los carpinteros
representaban a Jesús en el taller de su padre putativo José.
Los misterios comprendían milagros o dramas sobre milagros
realizados por María o por los Santos. Y dramas morales ideados para enseñar a
las personas a conducirse bien.
Los dramas se solían
representar en las gradas del atrio de las iglesias. Los actores subían y
bajaban por las gradas en su actuación.
Su diferencia con el
teatro japonés son las temáticas, ya que éste honra a los hombres y el medieval
a lo divino y la interacción de los actores con el público, además de la
duración y que los artilugios a utilizar no se “llenan de malas vibras” con la
intervención de las mujeres.
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