Lo sabían Marco
Polo, Thomas Cook y los jóvenes aristócratas ingleses del siglo XVI. También lo
supieron Amelia Earhart, Isabelle Eberhardt, Mary Kingsley y
Gertrude Bell. Viajar es mucho más que hacer turismo, es un ejercicio de
aprendizaje constante que nos aleja de nuestra rutina, nos pone a prueba y
permite conocernos mejor a nosotros mismos.
¿Por qué viajar?
Los motivos son
incalculables porque dependen de cada persona. Se viaja para
romper con la rutina, para tomar distancia de lo cotidiano, para conocer y
experimentar de primera mano nuevas culturas, para ver “ese” templo o monumento
que tanto te ha hecho suspirar al admirarlo en fotos. También se viaja
para conocer gente, para conocerse uno mismo, para conocer los
propios límites e incluso para desdibujarlos y trazarlos “un poquito más
allá”. Se viaja por la adrenalina, por amor al viaje, por placer a lo desconocido
y por miedo a lo desconocido. Se viaja simplemente porque sí…
Porque te gusta.
No
hay fronteras en tu imaginación ni en tus deseos y no debería haberlas en tu
realidad. Porque te lo mereces. Porque “más adelante” puede -y suele ser-
“nunca”. Porque el momento es ahora. Porque a veces tu profesión u oficio no te
llena ni satisface tus anhelos más profundos. Porque el mundo es más grande,
bonito, generoso y solidario de lo que nos hacen creer. Porque las culturas que
lo habitan son excepcionales, únicas y hay que conocerlas para entenderlas y
entenderse mejor una misma. Porque viajar es un
ejercicio de tolerancia, paciencia, audacia y perspicacia.
Porque viajar te obsequia alas, te
provee libertad, te aporta energía, te llena de ideas nuevas y fomenta
la imaginación, diversifica la perspectiva con la que usualmente miras tu
mundo y te abre nuevas puertas.
Porque viajar es aprender y
equivocarse -y viceversa. Viajar
te libera de ataduras: físicas, mentales, ideológicas, espirituales,
religiosas, políticas y sociales. Porque viajar te ayuda a recuperar la
mirada curiosa e ingenua de la niña que alguna vez fuiste. Porque te permite
salir de tu zona de confort y ponerle cara al miedo que engendra el
cambio. Viajar es transgredir la estructura política y social que nos
agrupa y nos encadena a una rutina de 8am a 6pm, de lunes a viernes.
Viajar es para muchas personas una
necesidad, para otras una opción y para otras un gran deseo.
Porque viajar te obsequia alas, te
provee libertad, te aporta energía, te llena de ideas nuevas y
fomenta la imaginación, diversifica la perspectiva con la que usualmente
miras tu mundo y te abre nuevas puertas.
Porque viajar es aprender y
equivocarse -y viceversa. Viajar
te libera de ataduras: físicas, mentales, ideológicas, espirituales,
religiosas, políticas y sociales. Porque viajar te ayuda a recuperar la
mirada curiosa e ingenua de la niña o niño que alguna vez fuiste.
Porque te permite salir de tu zona de
confort y ponerle cara al miedo que engendra el cambio. Viajar es
transgredir la estructura política y social que nos agrupa y nos encadena
a una rutina de 8am a 6pm, de lunes a viernes.
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