"Cultura", el término más difícil del mundo. Porque es tan amplio y demostrable que cuesta negar lo que podamos decir sobre qué es cultura y qué no lo es.
"Inteligencia", la capacidad de ver, describir, entender, aplicar, crear, aumentar, refutar y muchas más actividades.
"Sentimientos", un proceso de enseñanzas, acciones, entorno, decisiones, visión, querer recibirlos, admirarlos, exponerlos, aplicarlos, aumentarlos.
Pueden sonar ambiguos demostrados de esa manera. Pero lo vivencial y su comunión son los que los hacen demostrar que son útiles de la manera correcta: no haciendo daño a nadie, ser útil para más de uno.
El paso por la vida es la conjunción de esa triada. Sea de manera empírica, bajo instrucción o construida por un entorno social, las tres son parte del humanismo y la posibilidad de ofrecer a la sociedad ejemplos, entre aciertos y fallas, siendo éstos últimos aceptables según -irónicamente-, el mismo entorno o momento social.
Una persona puede ser culta e inteligente y crear entre ambas facetas una paridad. La que lo lleva a una ruta, son los sentimientos. Su amor por la vida propia y ajena, su empatía con el entorno, sus ganas de progresar en equipo, su ánimo de no ser una molestia social, su búsqueda de demostrar su lugar en el mundo sin ser ególatra; en contraparte, su resentimiento, desdén, burla, ansias de poder, de transformar a los demás en su séquito desechable, etc.
Como ven, la cultura e inteligencia son parte de la construcción, que puede ser muy sólida seas bueno o malo. Más el bien y el mal debieron estar en los cimientos y en las paredes de ese hogar que es el corazón, donde habita el alma, donde habita la mente.
Sin el bien, la cultura e inteligencia son viables, pero un peligro.
Se puede ser culto e inteligente, pero sólo podemos valorizar a la persona en cómo aplique tan grandes poderes.
Hitler era culto e inteligente, pero su corazón era impuro. Gandhi era inteligente y culto, su corazón lleno de bien. 2 mentes y preparaciones distintas pero enfocadas en el crecimiento psicosocial, pero su´s corazones fueron las verdderas brújulas para sus vidas.
Demeritar el conocimiento y cultura ajena es un problema a menos que el ser decida y demuestre sin tapujos ser un cernícalo descarado. Quitarle los méritos de instrucción a alguien por los mandatos de su corazón es también un acto de hipocresía o envidia.
Simplemente, aléjate de quien utiliza lo que sabe para dañar. Porque es claro que esa persona sabe lo que hace.
La cultura e inteligencia que están en ti, también te sirven como escudo de bien contra el mal o de imán si así lo decides, pero nunca una venda en los ojos o para decir falacias. De caer en ello, simplemente te transformas en lo que criticas y eso no es culto ni inteligente.
Ser listo, suspicaz, pícaro, observador, es parte de la construcción de la inteligencia y la cultura. El cómo lo guíes, para bien o mal, marcará tu destino.
Lcdo. Argenis Serrano
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