La
medicina busca aliviar el sufrimiento humano y promover la salud, pero a menudo
se centra sólo en aspectos biológicos y clínicos dejando de lado la importancia
de la cultura, siendo esta en el ámbito médico referente a las creencias,
valores y prácticas que moldean las experiencias de salud y atención médica de
los individuos.
Esta
relación entre cultura y medicina afecta la percepción de la enfermedad, la
búsqueda de tratamiento y las interacciones con los profesionales de la salud.
La cultura como factor influyente
Obvio
que somos todos sujetos culturales y por ende, nuestro desenvolvimiento influye
-positiva, negativa o neutralmente- en cómo se percibe la salud y la
enfermedad.
Cada
comunidad tiene sus propias creencias y prácticas vinculadas a la salud, lo que
impacta las decisiones sobre el tratamiento y la atención médica. Por ejemplo,
en algunas culturas se valoran las prácticas de medicina tradicional, mientras
que en otras prevalece un enfoque más occidental, como la telemedicina o el agendar hora online para concertar una cita, sea a consulta o a estudio
especializado.
Este
reconocimiento de las diferencias culturales -cada cual a su manera y según la
adaptabilidad de la sociedad- concluye en el concretarse la obtención de
atención médica efectiva y centrada en el paciente, no sólo como un número de
historia, sino como un ente social doliente y que siente y que busca salud para
seguir aportando en las diversas formas que como ciudadano y ser pensante, bien
puede ofrecer.
Cuando
los profesionales de la salud ignoran la cultura del paciente pueden surgir
malentendidos y desconfianza, lo que puede traducirse en una atención
deficiente y resultados negativos en la salud.
Por
el contrario, una comprensión cultural permite que los médicos adapten su
enfoque, respeten las creencias del paciente y promuevan una relación de
confianza en la que prevalezcan los métodos occidentales y científicos sin
colocar imposiciones o demeritar las creencias ancestrales. Todo conlleva a
equilibrar la balanza para que lo más conveniente para su salud, prevalezca
ante cualquier otra opción (remedios naturales, New Age, ritos espirituales,
etc.).
Atención centrada en el paciente
La
atención centrada en el paciente es un enfoque que prioriza las necesidades y
valores individuales y al integrar la cultura en este modelo se considera cómo
las creencias culturales afectan las decisiones de salud.
Por
ejemplo, un paciente de una cultura que valora la medicina complementaria puede
pedir un enfoque que combine tratamientos convencionales y tradicionales.
La
clave es fomentar un diálogo abierto donde se respeten las elecciones del
paciente y se colabore en la toma de decisiones, cumpliendo con la normativa
legal y el código ético de los profesionales de la salud.
Desigualdades en salud y determinantes sociales
Las
desigualdades en salud son diferencias sistemáticas que afectan a diversos
grupos poblacionales, influenciadas por determinantes sociales como el rango
socioeconómico y el acceso a servicios sanitarios.
La
cultura desempeña un papel vinculante en estos determinantes, ya que las normas
y creencias culturales pueden modular el acceso y la calidad de la atención
médica.
Las
comunidades con menor acceso a recursos a menudo enfrentan restricciones
adicionales como barreras lingüísticas o discriminación, lo que impacta su
capacidad para recibir atención de calidad.
Abordar
estas desigualdades y concatenar ideas y sentimientos con educación y lineamientos
de igualdad permitirán lograr una atención equitativa y mejorar la salud
general de la población.
Competencia cultural en la atención médica
La
competencia cultural, es decir, la habilidad de los profesionales de la salud
para brindar atención efectiva a pacientes de diversas culturas, garantiza que
todos los individuos reciban cuidados adecuados.
Esto
incluye el conocimiento de las diferencias culturales, habilidades de
comunicación y la actitud de respeto hacia las creencias y valores del
paciente.
La
sensibilidad cultural permite a los profesionales de la salud reconocer y
respetar las diferencias sin juicio, creando así un ambiente de confianza donde
el paciente se siente seguro para compartir su información y preocupaciones de
salud.
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